Sí, hasta el punto que el Señor Jesús oró por la unidad de los suyos:
«para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ello sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:21).
Esa unidad produce paz. Pero el Señor Jesús no oró por la unidad de los suyos con ovejas de otro redil, con personas de otras creencias que a menudo hasta llegan a ser contrarias a la persona y mensaje de Jesucristo. De hecho, la petición que hizo Jesús a su Padre para la unidad de los que son verdaderamente suyos, es precedido por otra:
«para que también ellos sean santificados en la verdad» (Juan 17:20)
y se unen en Zacarías 8:19 «Amad, pues, la verdad y la paz».
Es importante para Dios, pues el Señor Jesús que siempre hacía la voluntad del Padre oró por la unidad de los suyos («guárdalos en tu nombre, para que sean uno solo…» (Juan 17:21)
y «para que sean uno, así como nosotros somos uno» (Juan 17:22).