Dios no envía personas al infierno, pues es contrario a su carácter y según leemos en Ezequiel 18:23:
«¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?»
donde ofrece esa pregunta y da la respuesta para que no perezca eternamente.
También en 1ª Timoteo 2:3-4
«Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador,
el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad».
Dios ha puesto todos los medios (diferentes, en número variable a lo largo de la historia desde la Caída) para que la salvación esté al alcance de toda persona.
«¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios»,Romanos 2:4-5.
Las personas que acaban pasando la eternidad en el infierno va a ser por su falta de arrepentimiento y por el menosprecio a la benignidad de Dios, al no aceptar por la fe la persona y obra de Jesucristo.