Esta es una pregunta crucial porque desde los púlpitos no se habla bastante sobre el cielo olvidando que es una realidad presente pero sobre todo futura. En general, la gente está poco preocupada y dedica muy poca atención sobre dónde pasará la eternidad.
Ya en el primer versículo de la Biblia se habla del cielo:
«En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1:1).
El Señor Jesús habló amplia y repetidamente sobre el cielo,
«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán» (Mateo 24:35).
Nuestras convicciones sobre dónde pasaremos la eternidad afectan cómo vivimos el presente. Esta manera de vivir el presente se expresa muy bien en 2ª Corintios 4:16-18
«Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día.
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.»
A la persona salva se le promete una morada en el cielo
«En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis» (Juan 14:2-3) y
«…habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos (Hebreos 2:10).
En este texto «a la gloria» quiere decir al cielo. El cielo es un lugar de paz, amor, gozo, felicidad y bendición.