Un lector ocasional de la Biblia, rápidamente verá que es un libro distinto a todos los demás y lo es porque las Escrituras o palabra de Dios tienen un origen divino y no humano. Como vemos en 2ª Timoteo 3:16
«Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia».
Cada palabra (y no cada idea) recogida en los manuscritos originales es inspirada.
La inspiración se extiende no tanto a los escritores humanos sino a la palabra de Dios misma. Ya que los escritores eran hombres falibles y sujetos a error, el aliento de Dios les insufló. Y al ser la palabra de Dios tiene provecho para la doctrina, la enseñanza, la reprobación, la corrección y la instrucción en la justicia. Pedro remacha esto en 2ª Pedro 1:21
«Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo».
Las Escrituras no tienen contradicciones, ni omisiones ni necesitan añadidos, al contrario, se anuncia maldición
«Si alguno añadiere a estas cosas; Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida,…» (Apocalipsis 22:18-19).