Debemos leer la Biblia recordando su origen divino y por lo tanto, como que tiene plena autoridad en asuntos de salvación y para la vida cristiana.
- A la vez la palabra de Dios es vida, es transformadora:
«Vivifícame según tu palabra» (Salmos 119:25, 88, 154, 156).
- Es la que nos limpia:
«¿Con qué limpiará el joven su camino?» (Sal. 119:9).
- Lleva a la alabanza:
«Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios» (Sal. 119:7).
- Es el objeto de nuestra meditación:
«Todo el día es ella mi meditación» (Sal. 119:97, 99).
- ilumina:
«Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino» (Sal. 119:105, 130).
- En cualquier caso como la misma palabra dice es una delicia:
«Mas yo en tu ley me he regocijado» (Sal. 119:70, 92, 162, 174).