La caída es el momento en el cual la Biblia relata como Adán y Eva, seducidos sutilmente por la serpiente (Satanás), decidieron vivir según sus propias reglas, siendo partícipes del primer pecado de corrupción de la raza humana, también llamado pecado original.
Por este pecado cayeron de su estado inicial de inocencia y de su relación cercana con Dios, quedando muertos en el pecado y contaminados completamente. Asimismo, transmitieron este pecado a toda su descendencia.
Este es el motivo por el que hemos quedado inhabilitados, opuestos al bien e inclinados al mal.
La Caída del hombre (Génesis 3), es la clave para entender la naturaleza humana y el estado del mundo.
Aparte de esto no existe una explicación creíble para el estado humano, incluyendo, por ejemplo, la existencia de la conciencia humana: el conocimiento del bien y el mal que distingue a las personas de los animales y las pone muy por encima de ellos.
Consecuencias de la caída
- Solo la Caída explica por qué, a pesar de que tenemos esta alarma moral inherente, no podemos obedecerla ni mantener los estándares que demanda. Aquí vemos solo uno de los misterios de la naturaleza humana, el cual ninguna literatura en el mundo, aparte de la Biblia, puede explicar.
- También explica las crueles guerras y toda la hostilidad humana, sin mencionar la avaricia en todas partes, el egoísmo y el antagonismo hacia Dios.
- En aquel momento la muerte entró en sus vidas justo como se les había advertido; una muerte doble. Por un lado, murieron espiritualmente porque su cercana comunión con Dios había sido destruida y por otro lado, morirían físicamente y en el futuro estarían fuera de su reino, bondad y gobierno.
Se habían convertido en enemigos de Dios, y en breve serían fugitivos.
Si Eva eligió primero, Adán lo hizo peor, pues no necesitó un encuentro directo con Satanás.
Los deseos de Eva son expresados en el Nuevo Testamento así:
«Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo»
(1ª Juan 2:16).
Estos deseos fueron introducidos por Satanás en el Huerto del Edén para derribar la raza humana, y continúan siendo su estrategia de tentación.