A los que rechazan a Dios,
«Dios los entrega a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen; estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales…» (Romanos 1:28-31),
todo lo cual lleva a un castigo eterno expresado claramente en Daniel 12:2
«Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua»
Así, pues vemos una muerte perpetua y de ninguna manera la aniquilación.