En nuestra sociedad occidental, se considera la codicia como algo justificable si a alguien le falta algo y tiene aspiraciones de tenerlo, sea algo en lo profesional, económico, físico o social. En la epístola a los romanos el apóstol Pablo menciona como propia la codicia y como un ejemplo de pecado personal
«Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás»
(Romanos 7:7).
Pero la Biblia nos avisa de que la codicia quita la vida como leemos en Proverbios 1:19:
«Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, la cual quita la vida de sus poseedores».