Es una realidad de la vida cristiana como demuestra el apóstol Pablo en
Romanos 15:30 «que me ayudéis orando por mí a Dios»;
2ª Corintios 13:7 «Y oramos a Dios que ninguna cosa mala hagáis»;
Colosenses 1:3 «Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo»;
Colosenses 1:9 «…no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad» y
Santiago 5:16 «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados».
Recibimos numerosas exhortaciones y ejemplos en la palabra de Dios de orar unos por otros y no meramente por nosotros mismos.