Entre los numerosos ejemplos que aparecen en la palabra de Dios, en Romanos 1:29-32 nos menciona unos cuantos ejemplos de pecados y el destino al que lleva cada uno de ellos:
«estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte…»
Así pues, ¿Cuál es el resultado del pecado? Lo contesta magistralmente Romanos 6:20-23 al decir:
«Porque cuando erais esclavos del pecado, erais libres acerca de la justicia.
¿Pero qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzais? Porque el fin de ellas es muerte.
Más ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro».
Además, los resultados del pecado se ven abundantemente con solo oír, ver o leer las noticias en los medios de comunicación. En definitiva, la muerte es el destino para aquellos que cometen alguno de estos pecados y no se han arrepentido y confesado sus pecados.