Esta es supuestamente la meta de las religiones y sectas, que nos muestran numerosos caminos para llegar a Dios, pero que obviamente no llegan a dar respuesta satisfactoria, pues no pueden superar el abismo que hay entre un Dios tres veces santo y la pecaminosidad humana.
En la vida de una persona puede haber muchos hitos y muchas fechas de gran significado, pero nada más importante que el momento de encontrar, de conocer a Dios personalmente, de recibirle en el corazón. Es posible que la persona al paso del tiempo no recuerde la fecha exacta, pero el cambio que supone para el resto de la vida y especialmente hacia la eternidad es lo más importante.
«De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» declara 2ª Corintios 5:17 y
«el que tiene al Hijo tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» (1ª Juan 5:12).