La clase de vida que vivió Jesús fue una vida sin pecado y de obediencia dirigida por la sabiduría del Padre, para poder llevar a cabo su obra en la Cruz a nuestro favor.
Jesús vivió una vida sin pecado; en la cruz, donde el Padre
«Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2ª Corintios 5:21).
Entonces se levantó corporalmente de la tumba y ascendió a los cielos de donde pronto volverá para juzgar al mundo. En la cruz, Dios cargó tus transgresiones en su Hijo, quien sufrió para pagar la deuda del pecado.
La ley requiere justicia perfecta para entrar en el cielo, pero Cristo murió como tu sustituto de modo que Su muerte y sangre derramada podía pagar por tu pecado y que pudieras tener su justicia en tu cuenta y ser contado como justo a los ojos de Dios por causa del Salvador el Señor Jesús.
Jesús vivió una vida de obediencia
Puedes ser salvo, no por tus obras, sino a través de Su obra, no por tus esfuerzos para obedecer la ley, sino por Su perfecta obediencia hasta la muerte.
«Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero)» dice Gálatas 3:13
«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;» 1ª Pedro 3:18,
«porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados», Hebreos 10:14.
Jesús vivió una vida de sabiduría
«Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres» dice en Lucas 2:52.
Jesús sabía de dónde había venido y a dónde iba (Juan 8:14).
«Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio acerca de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo, ni a dónde voy.»
Jesús conocía a todos y sabía lo que había en el hombre (Juan 2:24-25).
«Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos,
y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre.»
Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién le había de entregar (Juan 6:64).
«Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar.»