Tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento tenemos diferentes ejemplos de personas a quienes Dios habló mediante sueños. Esto se reafirma y culmina con el texto bíblico que nos dice:
«Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo» (Hebreos 1:1-2),
así como por su Palabra:
«El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán».
Así se completa su revelación definitiva. Por lo tanto, no hay lugar para los sueños hoy en día, ni necesidad de revelación adicional.
En el Antiguo Testamento tenemos casos de sueños en los que Dios habló a creyentes (José en Génesis 37 y 40) pero a otros no creyentes como Faraón en Génesis 41. Pero no hay ningún caso en el Nuevo Testamento pues, es una revelación completa. Dios puede hablar mediante sueños, y de hecho, se dan casos ocasionales en nuestros días que Dios usa para que algunas personas lleguen a conocerle, pero siempre esos sueños están de acuerdo con la enseñanza bíblica y en ningún caso la contradicen. Si el sueño contradice en algún punto la palabra de Dios, no viene de Dios.
