Especialmente en el seno de la Iglesia Católica Romana, se ha enseñado muy enfáticamente durante siglos que María es la madre de Jesús. Sin embargo, María solamente es madre de Jesús en el sentido físico.
Espiritualmente no lo es, porque María nació en un día concreto en la historia mientras que Jesús es eterno.
«Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de paz» (Isaías 9:6) como lo corroboran numerosos textos bíblicos.
También llegó un día (aunque se desconoce) en el cual María murió.