Melquisedec aparece repentinamente en Génesis 14:18-20 como el rey de Salem (probablemente Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo, quien saludó a Abraham cuando éste regresaba de una batalla. Melquisedec salió para recibir al patriarca Abraham con pan y vino, le bendijo y recibió los diezmos. Años después, un salmista aclama a un rey davídico con un sacerdocio perpetuo según el orden de Melquisedec (Salmos 110:4)
«Juró Jehová, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre Según el orden de Melquisedec».
recordando así que David había conquistado a Jerusalén (hacia 1000 a.C.), y por tanto heredado la dinastía de reyes-sacerdotes iniciada por Melquisedec.
Este rey aclamado es identificado por Jesús como el Mesías (Mr. 12:35-37), y por tanto la carta a los hebreos desarrolla el tema del sacerdocio de Jesucristo (5:6-10; 6:20-7:28) a la luz de estos pasajes. De su repentina aparición y desaparición en Génesis se concluye que su sacerdocio es eterno. Es un tipo de Jesucristo, por tanto su sacerdocio es superior al de Aarón y el levítico, cuyos sacerdotes son mortales.