Nos dice el apóstol Pedro en 2ª Pedro 1:20-21:
«Entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada,
porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo».
En realidad, la Biblia tiene un Autor (que es Dios) y unos 40 escritores humanos en diversos lugares de tres continentes, de diversas edades, profesiones y trasfondos a lo largo de unos 15 siglos.
Por supuesto se necesita traducir correctamente los manuscritos originales del arameo, hebreo y griego, a las lenguas modernas; recordando que Dios es capaz de decir lo que quiere decir y quiere comunicar Su palabra autoritativa a los hombres y mujeres con corazones obedientes, que están dispuestos a estudiar diligentemente todas las Escrituras (2ª Timoteo 2:15; Hebreos 5:12-14), para obedecerlas (Santiago 1:22), y entonces enseñarlas a otros (2ª Timoteo 2:2, 24-26) cuidadosamente, claramente, y con gracia.
Esdras 7:10 recoge todos estos aspectos:
«Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos».